30/11/09

gris

en gris nos fuimos y en gris volvemos, mas claros que opacos tiramos de nuestro lastre, cargamos al hombro la ru(t)ina

21/11/09

papelito en la azotea



por que existe la magia de ceniceros

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En una habitación con balcón, luego de una puerta de vidrio, está un hombre mayor de esos grandes, grandotes; orgulloso del mostachón y su camisa floreada, moviendo piernas y panza al compás de un clásico latino. La Perla está con él, baila con él. Ella, señora de señoras. Ella, señora pequeña de movimientos graciosos, el pelo adornado de rubio ya opaco y rulos disparados sin dirección. Vestida con calza, zapatillas y blusita, ella baila con su hijo arregladito, al compás del clásico latino. Dan vueltas - se divierten - se marean. Y ellos juegan a ser familia.

Don Pedro vive en la azotea de un lujoso hotel, no quiso irse ni dejarse ir. Cuando construyeron el hotel levantaron su casa a la azotea, donde nadie lo vea. Prefiere ser olvidado a dejarse ir, mientras todos bailan y se marean. Y todos los días sigue la misma rutina antes de dormir, la misma de cuando estaba Estela. Sirve dos platos a la cena, mientras abajo se lavan cubiertos de plata de especial aleación. Sirve dos copas de vino, mientras abajo el diplomático cierra la puerta al entrar su amante. Y mientras abajo se arreglan sacos y corbatas, tacos y sartenes; el abuelo se acuesta en la estrecha cama dejando espacio para ella, despidiendo el día por los dos y besando la noche por los dos.

Y siguen bailando.